Si quitamos hoy, veintiocho de marzo, y quitamos también el 29 de febrero pasado, resulta que hace exactamente un año era veintisiete de marzo de dosmilsiete. Ha pasado un año desde entonces [bueno, casi] y aún puedo recordar a la perfección lo que pensé primero, lo que me dijeron después. Lo que sentí, lo que hice, lo que dije y lo que oí.
El tiempo parece volar cronológicamente, pero los recuerdos y las sensaciones puede perdurar indefinidamente. Hoy lo he comprobado.